La tolerancia se puede definir como la capacidad que tiene una persona para aceptar que otra persona tenga valores o normas diferentes a los suyos. En tal sentido, la tolerancia implica el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás, cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es la actitud de reconocer aquello que se diferencia de nuestros valores.
También puede verse como la capacidad de escuchar y aceptar a los demás,
comprendiendo la importancia de las distintas formas de entender y desarrollar
la vida, lo específico de cada sociedad y su cultura.
La tolerancia es el cimiento más firme de la paz y
la reconciliación y nunca ha tenido tanta importancia como en esta época, en la
que vivimos cambios vertiginosos. La tolerancia es algo que debe aprenderse desde la
infancia y que tienen que amparar los Estados, lo que contribuiría a un mundo
más justo, sin violencia y sin discriminación.
La Declaración de Principios sobre la Tolerancia, que adoptaron los países miembros de la UNESCO el 16 de noviembre de 1995, resalta esos aspectos y afirma, entre otras cosas, que la tolerancia reconoce los derechos humanos universales y la diversidad de los pueblos.
Un año después, la Asamblea General invitó a los Estados Miembros a que
cada año, en esa misma fecha, se observara el Día Internacional para la
Tolerancia con actividades dirigidas tanto a los centros de enseñanza como al
público en general.
En el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005 (A/RES/60/1), los Jefes
de Estado y de Gobierno reafirman su compromiso de fomentar el bienestar, la
libertad y el progreso de los seres humanos en todas partes, así como de
alentar la tolerancia, el respeto, el diálogo y la cooperación entre diferentes
culturas, civilizaciones y pueblos.
Para todos los seres humanos es un deber fomentar ese valor tan
importante y necesario, especialmente en la actualidad cuando vivimos una vida
tan convulsionada.
La tolerancia
consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las
culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser
humanos"
Declaración de Principios sobre la Tolerancia
Las Naciones Unidas proponen algunas consideraciones acerca de ¿Cómo luchar contra la intolerancia?
- Luchar contra la intolerancia exige un marco legal: Los Gobiernos
deben aplicar las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y
las discriminaciones contra las minorías y debe garantizar un acceso
igualitario a los tribunales de justicia, a los responsables de derechos
humanos y a los defensores del pueblo.
- Luchar contra la intolerancia exige educación: La
intolerancia nace a menudo de la ignorancia, del miedo a lo desconocido y
de un sentido exagerado del valor de lo propio. Por eso, es necesario
educar sobre el tema y enseñar la tolerancia y los derechos humanos a los
niños.
- Luchar contra la intolerancia requiere acceder a la información: La
intolerancia es más peligrosa cuando se usa con fines políticos o
territoriales. Se usan argumentos falaces, se manipulan los hechos y las
estadísticas y se miente a la opinión pública. La mejor manera de
combatirlo es promover leyes que protejan el derecho a la información y la
libertad de prensa.
- Luchar contra la intolerancia requiere una toma de conciencia
individual: La intolerancia en la sociedad es la suma de las intolerancias
individuales. Por eso, debemos examinar nuestro papel en el círculo
vicioso que lleva a la desconfianza y violencia en la sociedad.
- Luchar contra la intolerancia exige soluciones locales: Los problemas
que nos afectan son cada vez más globales pero las soluciones pueden ser
locales, casi individuales. Todos formamos parte de la solución. La no
violencia puede ser una herramienta muy efectiva para confrontar un
problema, crear un movimiento, o demostrar solidaridad con las víctimas de
la intolerancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario