Estimados Padres y Maestros, comparto con ustedes un interesante material para la promoción de la lectura, dentro y fuera de la escuela, escrito por Oscar Alberto Morales, Ángel Gabriel Rincón G. y José Tona Romero.
Es de lectura obligatoria para los padres y docentes interesados en apoyar a los niños en este importante proceso de aprendizaje.
Orientar, conocer, ayudar, diseñar y jugar son
algunos verbos que reflejan la tarea del docente promotor de la lectura, quien
tiene un rol pedagógico vital: su trabajo supone tener en cuenta las
necesidades y los intereses de los estudiantes e insertarse en proyectos
creativos para animar a leer y generar estrategias que propicien el gusto y
acercamiento por la lectura y hacer del momento lector una experiencia
placentera y gratificante.
¿Cómo podemos promover la lectura? ¿Cómo construir
un tiempo y un espacio para leer? ¿Qué libros elegir? ¿Qué estrategias aplicar?
Estas son las preguntas más comunes que se oyen
entre los docentes encargados de promover la lectura en sus centros educativos.
Es necesario reflexionar juntos sobre estos puntos para encontrar algunas
acciones que potencien la promoción de la lectura. Para este efecto, transcribimos
algunos fragmentos del artículo “Consideraciones pedagógicas para la promoción
de la lectura dentro y fuera de la Escuela” de Morales y otros[1].
¿Qué significa promover la lectura?
La promoción de la lectura implica todas aquellas
actividades que propician, ayudan, impulsan y motivan un comportamiento lector
favorable, o en algunos casos más intensos del que se acostumbraba (Varela,
1999). En palabras de Petit (2001), es introducir a los niños, adolescentes y
adultos a una mayor familiaridad y a una mayor naturalidad en el acercamiento a
los textos escritos. Es transmitir pasiones, curiosidades; es ofrecerles la
idea de que entre toda la literatura disponible, entre todo el acervo escrito,
habrá alguna obra que sabrá decirles algo a ellos en particular. Es proponer al
lector múltiples ocasiones de encuentros y de hallazgos. La promoción de la
lectura es una práctica social dirigida a transformar la manera de concebir,
valorar, imaginar y usar la lectura.
Sastrías (1998) señala que la promoción de la
lectura implica todas aquellas prácticas que tienen como propósito hacer que
las personas se acerquen a la lengua escrita y lean: padres, maestros,
estudiantes, amas de casa […]. Es evidente que la familia, el Gobierno, las
empresas públicas y privadas, la Iglesia, en general toda la sociedad, debe
desempeñar un rol protagónico en la formación de nuevos lectores, en el
mantenimiento de los existentes y en el detenimiento del abandono y el odio por
la lectura.
¿Quién puede promover la lectura?
Para Jiménez (1999), el promotor de la lectura es
quien siembra y abona en el otro la necesidad y el interés de leer activa, a
través de la oralidad, los saberes cotidianos que sirven de bien para la lectura. De acuerdo con Petit (2001), es una persona que ama
los libros, alguien que puede recomendar libros. De un modo informal, añade
esta autora, un promotor de lectura “… puede ser alguien cercano que ha tenido
acceso a la lectura, puede ser de otro medio social que uno conoce por la vía
de relación o por su practica continua y permanente. Puede ser algunas veces un padre/madre, docente… o puede
ser un bibliotecario o un trabajador social…” (pp. 25-26).
La promoción puede darse en distintos espacios: el
hogar, la escuela, los espacios públicos en general, los lugares de trabajo.
Foucambert (1983) sugiere que la animación o motivación en torno a los libros,
revistas, periódicos debería ampliarse y descentralizarse hacia los lugares de
trabajo, de vida y de esparcimiento. Lo que importa es que la gente descubra la
calidad del lazo que se establezca entre ellos y el texto. Se trata de hacer
vivir a los libros en lo cotidiano.
¿Cómo promover la lectura e intensificarla en la
escuela?
Probablemente, muchos docentes se preguntan: ¿Cómo podemos
promocionar la lectura en la escuela en medio de tantas carencias y
dificultades? A continuación se ofrecen algunas consideraciones que pueden
servir como marco de referencia:
1. La formación permanente del
docente es de capital importancia. Prácticas de lectura, círculos de estudio,
cursos, talleres y seminarios, participación en eventos científicos, asesoría
con docentes e investigadores en el área y reflexión sobre la práctica
contribuyen con su formación y, en consecuencia, con el mejoramiento del
ejercicio pedagógico en el salón de clases.
2. Los estudiantes son una fuente
inagotable de aprendizajes. Escúchelos para hallar soluciones a los problemas
que enfrenta a diario en el aula de clases. Son ellos quienes saben qué les
gusta, qué saben, qué desean saber y cuáles son las mejores estrategias para
aprender.
3. Los textos deben ser
significativos e interesantes para los lectores.
4. Debemos procurar que se lea para:
disfrutar de la literatura, aprender de exposiciones y descripciones, reflexionar
a partir de argumentaciones, seguir instrucciones, buscar información, conocer
el pasado y otras culturas, en fin, para todas las funciones que el lenguaje
puede cumplir.
5. Para enseñar a leer, evite usar
fragmentos sin sentido, elementos gramaticales aislados (letras, sílabas,
palabras y oraciones). Igualmente, para desarrollar la lectura y formar
lectores autónomos y competentes, use textos completos, en vez de adaptaciones
y simplificaciones con fines didácticos.
6. El ejemplo enseña más que el
discurso sin práctica. Como docente, procure ser un lector modelo. Comente con
sus estudiantes lo que lee, recomiéndeles textos y lea lo que ellos le
sugieren. Además, permita que los estudiantes lo sorprendan leyendo.
7. La sola exposición de libros y
materiales escritos en anaqueles inaccesibles y estantes cerrados no contribuye
con la formación de lectores. Es preciso que los estudiantes tengan acceso a
ellos, puedan hojearlos, revisarlos, leerlos o rechazarlos.
8. La lectura es una fuente inagotable
de aprendizaje y esparcimiento. Cuando el texto responde a los intereses y
necesidades del lector conduce irremediablemente a lo primero Al leer, se
aprende del mundo, el tema sobre lo que se lee, la lengua, la lectura y la
escritura y de sí mismo. En vista de esto, la lectura debe ser un eje
fundamental de la práctica pedagógica.
9. No interrogue a los estudiantes
después de la lectura. En cambio, mire sus rostros, escuche sus conversaciones
y comentarios espontáneos. Si el texto les interesa, la discusión surgirá por
añadidura, tal como ocurre con los adultos lectores fuera de la escuela.
Posteriormente, habrá la oportunidad de hacer que los estudiantes confronten
sus interpretaciones y las sustenten con base en el texto. El interrogatorio
impuesto, obligatorio, hace de la lectura una actividad artificial, carente de
sentido.
10. Aproveche los recursos, tanto
materiales como humanos, de los que se disponen. Favorecer la lectura depende,
en parte, de su disposición para trabajar con lo que tienen a su alcance.
11. Hay que dejar entrar al libro
(como institución) a la escuela y, principalmente, al aula de clases, y a
través de estas, al hogar y a la comunidad. Lo que se “lee” en la escuela no
tiene relación con lo que se lee fuera de ella. La escuela no forma para ser
exitoso en contextos sociales reales. Hay que recordar, como lo sostiene
Ferreiro (en Castorina y otros, 1999), que la lengua escrita es importante en
la escuela porque es importante fuera de la escuela, y no al revés[2].
Animemos a leer como una forma entretenida de
disfrutar de la lectura y la literatura y veamos en esta actividad, la
oportunidad para desarrollar el goce estético, la sensibilidad y la reflexión
de las futuras generaciones.
Referencias
CASTORINA, J. A., FERREIRO, E., GOLDIN, D., y
TORRES, R. M. (1999). Cultura escrita y educación. Conversaciones con
Emilia Ferreiro. México: Fondo de Cultura Económica.
FOUCAMBERT, J. (1983). “La lectura. Un asunto comunitario”.
Documentos de la Red Latinoamericana de lectura, 1(2), n.º 40.
JIMÉNEZ, E. (1999). Promocionar la lectura
y la escritura por medio del periódico vecinal. Trabajo sin publicación.
Postgrado de Promoción de la Lectura, núcleo universitario del Táchira de la
Universidad de Los Andes.
PETIT, M. (1999). Nuevos acercamientos a
los jóvenes y a la lectura. México: Fondo de Cultura Económica.
_______ (2001). Lectura: espacios íntimos y
espacios públicos. México: Fondo de Cultura Económica.
SASTRÍAS, M. (1998). Cómo motivas a los
niños a leer. Colombia: Sosaeta.
VARELA, M. (1999). La promoción de la
lectura desde la biblioteca escolar. Trabajo sin publicación. Postgrado de
Promoción de Lectura, núcleo universitario del Táchira de la Universidad de Los
Andes.
[2] Hasta aquí los fragmentos
transcritos.