miércoles, 9 de abril de 2014

Hola apreciados usuarios.
En este encuentro conmigo misma y con ustedes, deseo compartir un hermoso cuento dedicado a nuestros niños y niñas, acerca de lo que es la paz y qué debemos hacer para construirla. Espero lo disfruten, además que les sea útil para reflexionar acerca de que hacemos y cómo lo hacemos para aportar en la construcción de la paz en nuestro entorno... Es un hermoso cuento que podemos leer a nuestros niños y niñas, para propiciar un conversatorio acerca del tema. Seguro que las reflexiones que surgirán de esa conversación serán muy interesantes para iniciar o fortalecer nuestra labor como formadores de valores...


 


¡QUE VIVA LA PAZ...!!

Hola, me llamo Carlota Vendetta y llevo muchos años trabajando como maestra en diferentes países del mundo. Desde pequeña he querido ser aventurera, así que un buen día, con mi mochila llena de libros, un cuaderno, doce lápices de colores y una goma, me fui de maestra a la India. Después visité Latinoamérica, África y China. En todos los países, los niños y niñas me abrieron las puertas de sus escuelas. Y en todos aquellos lugares he ido aprendiendo muchísimas cosas. Lo más interesante de todos mis viajes ha sido encontrar la paz... Sí, sí, ¡la paz!, ¡mi mejor compañera!.

¿Que no conocéis la paz? Pues os diré que en todos los rincones del mundo, en los países pequeños o grandes, en los pueblos y aldeas, en las ciudades de los inmensos rascacielos, en las escuelas de la selva o del desierto, hay rincones de paz. Personas grandes y pequeñas cuidan de la paz. Pero a veces la echamos de nuestro lado: no es que ella quiera irse, pero hacemos que se vaya. Entonces se esconde o se marcha, ¡sale corriendo o volando! Queréis saber por qué es tan importante? y, dónde vive? y, ¿cómo es? Y ¿cuándo está a nuestro lado?... Si estás deseando saberlo todo sobre la paz, cierra los ojos, pregunta y escucha…

¿Qué es la paz?
Es la pregunta más difícil de responder. La paz es eso que percibimos cuando nos encontramos bien. Cuando todo está tranquilo y sentimos que nos quieren, que nos protegen… La paz es esa sensación tan rara pero tan agradable que tenemos cuando estamos bien con nuestros amigos y amigas, con nuestra familia, en la escuela…
A la paz la echamos mucho de menos cuando no está, cuando hay guerra, tenemos miedo de que ocurra algo o tememos a alguien. La paz es tan importante como el aire que respiramos. No la vemos pero nos rodea, está en cada gesto, en cada abrazo, en cada mirada y en cada palabra. Nos acompaña a lo largo de nuestra vida.

¿Qué nos da la paz? Un montón de cosas que no se comen, ni se ven, ni se huelen, pero que se sienten muy dentro. La paz nos da tranquilidad, felicidad y nos da seguridad. Y para que esto ocurra, tenemos que trabajar para que exista.

¿Quién construye la paz?
La paz la trenzamos entre todos y todas. Cuando recibes a una compañera nueva con cariño, estás construyendo la paz. Mirándola a la cara sabrás que está muerta de miedo. Acércate, dile tu nombre, invítala a sentarse a tu lado... Cuando prestas tus juguetes y libros, estás construyendo la paz... Cuando respetas la forma de ser y de pensar de tus compañeros y compañeras, estás construyendo la paz... Cuando al enfadarte o disgustarte hablas con tranquilidad e intentas encontrar una solución, estás construyendo la paz. 
Ponte en el lugar de las demás personas ¡QUE V I VA LA PAZ !

¿Por qué es importante la paz?
La paz es imprescindible para ser felices, para crecer, para jugar, para tener amigos y amigas, para aprender a querer, para ser libres, para participar. Y para soñar que algún día seremos lo que queremos ser. La paz es importante para ser tú.

¿Los niños y las niñas tienen derecho a la paz?
La Convención Internacional de los Derechos de los Niños y las Niñas, que ha sido aprobada por los gobiernos de todo el mundo, subraya que todos los niños y las niñas de la Tierra tienen derecho a una educación, a la salud, a participar, a jugar… a ser queridos y a crecer en paz. Esto es muy importante porque obliga a todas las personas a respetar tus derechos. ¿Sabes que si alguna vez no te respetan puedes denunciarlo y te ayudarán a resolver tu problema?

Cuando somos muy diferentes, ¿hay más conflictos y menos paz?
Ser muy diferentes nos da la posibilidad de aprender de los demás. Lo que sería muy aburrido es que fuéramos exactamente iguales. Podemos ser más ruidosos o más callados. Más abiertas o más tímidas. Haber nacido aquí o allá. No importa lo diferente que seamos. Lo importante es respetarnos y saber convivir. No siempre es fácil, porque a lo mejor un compañero o compañera es más lento cuando hace las tareas o las hace demasiado rápido y tú no lo alcanzas. Pero siempre hay formas de colaborar y ayudarse. Unas veces pondrás tú más de tu parte. Otras veces serán tus compañeros y compañeras.

¿Estar en paz quiere decir que no podemos discutir nunca?
¡Nooo! Tenemos formas de pensar o de hacer las cosas muy distintas y es bueno discutir. Lo que no está bien es pelearse. Podemos hablar una y otra vez hasta que encontremos la solución. ¿Que tú quieres jugar a la cuerda y los amigos y amigas a la pelota? ¡Pues negociamos! Una vez a la pelota y la próxima a la cuerda. Así encontraremos soluciones que nos convengan a todos y a todas…

¿Por qué a veces nos peleamos y nos hacemos daño?
Pelearse es una forma muy poco inteligente de solucionar los problemas. Cuando sientas furia, busca las palabras mágicas: las que expresan lo que sientes, y escucha a tus compañeros y compañeras. Si aprendemos el valor de las palabras, tendremos la mejor arma para defendernos y negociar. Y si aprendes a decir NO cuando algo no te guste o dejas de ir con compañeros y compañeras que te hagan sentir mal, encontrarás la paz. Y siempre puedes pedir ayuda a papá, mamá o a la maestra o maestro… pero no debemos pelearnos.

¿Y si me ocurre algo?
Si, por ejemplo, tengo miedo, o me encuentro mal en la escuela o en casa… ¡Busca ayuda! Tienes derecho a vivir y crecer en paz. Si alguna vez sientes miedo, te sientes solo, te han hecho daño o te asustan, coméntalo con los compañeros y compañeras y busca ayuda en las personas adultas. ¡No te lo guardes para ti!... ¡Busca ayuda!. ¡Recuerda que tienes derecho a ser feliz!

¿CÓMO CONSTRUIR LA PAZ?
- Cuando te enfades, cuenta hasta diez antes de hacer nada.
- No te escondas, que siempre habrá alguien que pueda ayudarte.
- Si le ocurre algo a alguno de tus compañeros o compañeras, ¡pide ayuda al maestro o a la maestra!
- Aprende a decir lo que sientes.
- Ponte en el lugar de los demás.
- Di que no cuando algo te disguste. No hagas lo que crees que no está bien.
- Si alguna vez tienes miedo o te ocurre algo, ¡cuéntalo! ¡Busca ayuda!

El ÁRBOL DE LA PALABRA...
Dicen que en un país muy lejano, en un precioso valle, existía un pueblo rodeado de bosques que, como todos los pueblos, tenía una plaza. Dicen también que en el centro de la plaza había un árbol enorme que todos conocían como el ÁRBOL DE LA PALABRA.
Cuentan que los niños y las niñas del pueblo, al atravesar cada día la plaza para ir a la escuela, se preguntaban de dónde venía su nombre. Se lo preguntaron a la maestra, pero ésta no les pudo contestar porque, cuando ella nació, el árbol ya estaba allí.
Tenían tanta curiosidad que un día la profesora les invitó a que preguntaran a sus padres y madres, a sus abuelos y abuelas y a todas aquellas personas que podrían conocer la procedencia de un nombre tan extraño para un árbol.
Todos los niños y niñas se entusiasmaron con la idea porque ya sabéis que a todos los niños y niñas del mundo les encanta investigar. Imaginaros cuál sería su sorpresa cuando comprobaron que ni los padres, ni las madres, ni los abuelos, ni las abuelas, ni nadie en el pueblo podía sacarles de la duda porque también, cuando ellos nacieron, el árbol estaba allí.
Cuentan que un día, uno de los ancianos del pueblo se sentó bajo el árbol, en busca de alguna señal que les aclarase el misterioso nombre. No la encontró, pero sí comprobó que a su alrededor se habían ido sentando otras personas que ni siquiera se conocían entre sí, ni sabían cómo se llamaban y que hablaban unas con otras, contándose mil cosas.
A partir de entonces, cuando alguna persona necesitaba que alguien le escuchara, acudía al centro de la plaza porque sabía que siempre encontraría bajo el árbol a algún vecino o vecina con quien hablar.
Poco a poco, el tiempo pasó y dejaron de preguntarse por el origen del nombre, porque descubrieron que a la sombra del árbol podían hablar, ser escuchados y compartir todo aquello que les preocupaba.
Cuentan, también, que al conocerse la noticia todos los pueblos de los alrededores plantaron un árbol en el centro de sus plazas y que, a partir de entonces, en todo el valle y en cada uno de esos pueblos existe un lugar donde la gente se reúne para DIALOGAR.

Fuente: Coordinación pedagógica y gestión del proyecto
MEC CIDE Montserrat Grañeras
FETE UGT Luz Martínez Ten, Carmen Vieites
Textos y adaptación de cuento tradicional africano
Isabel Muñoz Martínez
Isabel Gavilán Villarejo

www.mec.es/cide
www.mec.es/creade
www.aulaintercultural.org
www.educacionenvalores.org

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